La monotonía del trabajo, los horarios, la estructura de nuestras vidas preestablecidas por un tercero que nos “hace el favor” de depositar cada quince días lo mínimo necesario para subsistir, todas estas acciones matan poco a poco al verdadero YO que tenemos dentro, al verdadero ser humano que tiene ganas de alzar la mano y comentar, hacer, actuar, diseñar, escribir, hablar, gritar, filosofar, cantar o simplemente opinar…
La monotonía de la vida social va matando poco a poco la aventura, la sorpresa, la alegría, las ganas. Poco a poco se va acabando, como se acaba la botella en una borrachera interminable.
La monotonía y su mejor aliada, la sociedad, aplauden y solapan las horas extras de trabajo, las comidas con el jefe, las borracheras con el cliente, el dominó con los amigos, la cerveza en el partido, la fiesta por la fiesta.
La monotonía, por más que parezca una estructura de acero que sostiene estoica cualquier movimiento telúrico, social o sentimental, hace mucho daño, al final de cuentas, la monotonía mata, agrede, desdibuja, cambia (por irónico que parezca), deshace.
La monotonía mata, si, mata, y la monotonía mató a este blog, lo mató bien, sin piedad y hasta lo más profundo, lo deshizo, lo manchó, lo acabó.
La monotonía y esta forma de ver la vida, donde el trabajo y las cuestiones materiales son lo más importante acabó con este espacio que tanto trabajo me costó levantar, nos costó levantar.
La monotonía desdibujó a cada uno de nosotros hasta arrastrarnos a no querer seguir más o más bien, a “no poder” seguir más. No pudimos, no pude seguir con este espacio, traté, le intenté dar primeros auxilios pero no lo logré. ¿Un fracaso?, puede ser, un fracaso más gracias a las prioridades mundanas que rigen nuestras vidas.
La monotonía mata, sin duda mata, y así fue que este espacio murió, llegó a su fin y no encuentro la forma de seguir tratando de revivirlo, no hay duda, murió, lo voy a extrañar, como voy a extrañar a los pocos lectores que lo siguieron, anónimos o no, a todos aquellos que de alguna forma fueron parte de este Taller de Carpintería e Ideas, de este espacio en el que no escribimos más que la verdad y en el que no revelamos más que nuestros corazones.
La monotonía mata, pero con todo y esto, no puedo más que agradecerles por haber estado aquí, cada semana leyendo lo poco o mucho que pudimos aportarles, gracias por leernos, gracias por cada día que eligieron entrar a este espacio, tal vez por monotonía, pero de cualquier forma, gracias.
La monotonía mata y hoy acabó con nuestras ganas de seguir escribiendo, de aparecer por estos espacios del internet, por dejar nuestros pensamientos en una simple comida y hacerlos públicos, al final de cuentas, la monotonía nos mató.
Gracias. No hay más que darles las gracias por entrar a este blog y leerlo, vivirlo, ser parte de él. Gracias por haber sido parte del Taller de Carpintería e Ideas.
Muchas gracias de verdad.