jueves, 21 de enero de 2010

¿FALTA DE QUÉ?

¿Por qué resultó que la gente, que en su gran mayoría ha votado por el PRD desde 1997 para cargos de responsabilidad de gobierno y de legisladores aquí en el DF, no está de acuerdo –también por mayoría, según las encuestas- con el matrimonio entre homosexuales ni la adopción de bebés por parejas de este género?
No nos cabe la menor duda que la mayoría de los mexicanos (más o menos 8 de cada 10 en el DF, según las encuestas recientes citadas en la prensa) no está de acuerdo con el matrimonio entre homosexuales.
La pregunta es: ¿entonces, porqué la gente votó por el PRD abrumadoramente en el DF? Porque se trata de la misma gente (la mayoría) que en las urnas vota por el PRD y en la calle dice a los encuestadores estar en contra de una propuesta –vigente- relevante social, iniciativa de dicho partido. Unos dirán que una cosa es votar por un partido y otra muy diferente es estar de acuerdo con todo lo que ese partido proponga.
En todo caso, esos “unos” habrán de ser muy probablemente una minoría. Bien sabemos el margen (tan amplio) de victoria con el que el PRD se ha hecho de cargos de elección popular en el DF. Y todos sabemos que las encuestas recientes sobre los cambios al Código Civil en el DF a favor de los homosexuales hablan –todas- de una gran oposición –en el ciudadano común- al respecto.
En lo personal, sí creo que ese 80% se llama ahora a sorpresa. ¿Qué, de verdad no sabían por quién votaban? No reclamo en contra o en pro de los homosexuales. Reclamo por esa ignorancia, esa candidez del 80% de nosotros, que nos vale leer las propuestas de los candidatos y nos fijamos más por el que grita más o es más guapo o es más chistoso.
Una cosa como el matrimonio o la adopción no son nada chistosas. En eso se juega la vida, la estabilidad afectiva de cada ser humano. No se vale votar por votar.
Con esa actitud de indiferencia es que nos vieron la cara en el pasado y de repente amanecimos un día de diciembre con las reservas internacionales en el Banco de México vacías, o nos hicimos igualmente los sorprendidos cuando “de repente” tuvimos que competir contra productores norteamericanos en distintas ramas de la economía, y nos hacemos ahora los sorprendidos de que “ya no hay petróleo” y nos tienen que subir los impuestos. No. Sí hay petróleo en México, y mucho. Nada más que más abajo, pero nunca nos tomamos la molestia de pensarle cómo íbamos a sacarlo cuando se nos acabara el pozo de Cantarell.

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