Me he tomado la atribución, de la que aparte estaba en deuda con ustedes, amables lectores, de publicar una entrada más, por "partida doble", dada la ausencia que tuve hace unas semanas en este espacio.
Y he querido hacerlo, para hablar de un tema no menor, en mi opinión. Sobre todo, si proviene de nuestros líderes.
Ya lo han dicho varios intelectuales serios: no todas las sonrisas son dignas ni merecedoras de respeto y simpatía.
Hay la sonrisa del perverso, del palero, del cómplice, del fraudulento, del hipócrita y del cínico, también. Desgraciadamente.
Esto sale a colación habiendo visto la manera en que Andrés Manuel López Obrador se dirigió a las masas en las pasadas concentraciones en apoyo al Sindicato Mexicano de Electricistas, a raíz de la extinción de la compañía Luz y Fuerza del Centro.
Por el ángulo en que se le vea, el desenlace y buena parte de la historia de LyF es una tragedia nacional. Y una vergüenza, también.
Se ha informado mucho de la relación perversa entre dicha empresa y su sindicato, por conveniencia tanto del aparato del poder como del sindicato mismo, en detrimento siempre de la calidad en el servicio a la ciudadanía. Ya todos sabemos que esa relación se volvió insostenible dada la profunda crisis económica mundial y nuestra caída en los ingresos públicos.
Por tanto, que engrosen las filas de desempleados 40 mil personas tan súbitamente, se haya subsidiado por tantos años a una empresa tan ineficiente como lo fue LyF, que quienes apoyan al SME amaguen con desquiciar la Ciudad de México una vez más, que exista el riesgo de un desequilibrio regulatorio y de atención a la ciudadanía por la posible conformación de una nueva red de distribución de energía eléctrica en el país, en complicidad con intereses de grupo, es todo ello alarmante, preocupante, vergonzoso y trágico.
Por ello, no puedo sino repudiar esa sonrisa esbozada en el rostro de nuestro ex-candidato presidencial, otrora Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, al dirigirse a los inconformes por la desaparición de LyF, mientras despotricaba por enésima vez contra la serie de personas que denomina mafia.
Muestra suficiente -para mí- que para él esos acontecimientos no representan hechos lamentables en realidad.
Desconfío por ello de su conciencia social, de su sensibilidad por los pobres, del ver primero por ellos al delinear y ejecutar sus programas de gobierno, de su honestidad y de su valentía.
Sí. Todo por una sonrisa. Una sola.
Al menos a mí, me dijo más que mil palabras.
Les deseo a todos una excelente semana.
Y he querido hacerlo, para hablar de un tema no menor, en mi opinión. Sobre todo, si proviene de nuestros líderes.
Ya lo han dicho varios intelectuales serios: no todas las sonrisas son dignas ni merecedoras de respeto y simpatía.
Hay la sonrisa del perverso, del palero, del cómplice, del fraudulento, del hipócrita y del cínico, también. Desgraciadamente.
Esto sale a colación habiendo visto la manera en que Andrés Manuel López Obrador se dirigió a las masas en las pasadas concentraciones en apoyo al Sindicato Mexicano de Electricistas, a raíz de la extinción de la compañía Luz y Fuerza del Centro.
Por el ángulo en que se le vea, el desenlace y buena parte de la historia de LyF es una tragedia nacional. Y una vergüenza, también.
Se ha informado mucho de la relación perversa entre dicha empresa y su sindicato, por conveniencia tanto del aparato del poder como del sindicato mismo, en detrimento siempre de la calidad en el servicio a la ciudadanía. Ya todos sabemos que esa relación se volvió insostenible dada la profunda crisis económica mundial y nuestra caída en los ingresos públicos.
Por tanto, que engrosen las filas de desempleados 40 mil personas tan súbitamente, se haya subsidiado por tantos años a una empresa tan ineficiente como lo fue LyF, que quienes apoyan al SME amaguen con desquiciar la Ciudad de México una vez más, que exista el riesgo de un desequilibrio regulatorio y de atención a la ciudadanía por la posible conformación de una nueva red de distribución de energía eléctrica en el país, en complicidad con intereses de grupo, es todo ello alarmante, preocupante, vergonzoso y trágico.
Por ello, no puedo sino repudiar esa sonrisa esbozada en el rostro de nuestro ex-candidato presidencial, otrora Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, al dirigirse a los inconformes por la desaparición de LyF, mientras despotricaba por enésima vez contra la serie de personas que denomina mafia.
Muestra suficiente -para mí- que para él esos acontecimientos no representan hechos lamentables en realidad.
Desconfío por ello de su conciencia social, de su sensibilidad por los pobres, del ver primero por ellos al delinear y ejecutar sus programas de gobierno, de su honestidad y de su valentía.
Sí. Todo por una sonrisa. Una sola.
Al menos a mí, me dijo más que mil palabras.
Les deseo a todos una excelente semana.
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