jueves, 30 de julio de 2009

HACIENDO EL PARO O EL BATEADOR EMERGENTE

No se emocione mi querido lector, por causas ajenas a esta miscelánea dicharachera hoy no va a leer ningún artículo de Ceci, el trabajo la tiene ocupada al grado de que creo que está perdiendo la cordura, la cara desencajada, sólo repite números del tipo de: “5.3.2.2.1.5”, “6.4.4.4.4.4.3”, acompañados generalmente de alguna palabra poco entendible para mi nula educación química. Creo que la perdimos.

De cualquier forma, este espacio no puede dejar de publicar algo y debido a la solicitud de ya varios lectores, aquí les traigo un resumen de los encabezados gráficos que han acompañado las líneas de mis compañeros carpinteros y de un servidor durante las últimas ocho semanas.

Espero que a falta de la aportación femenina de este blog, al menos recuerde algunas de estas imágenes, algunas más afortunadas que otras, pero en fin, así es esto, a veces uno tiene el tiempo y otras no tanto.



miércoles, 29 de julio de 2009

Y PASAN TAN LENTAMENTE QUE NO PASAN

Ya lo hemos visto. Resulta que en nuestro país los días parecen los mismos. No parece haber cambios. Cambios para bien.
Y las noticias dan fe de lo mismo siempre. Como el hecho de que los beneficiarios de las guarderías subrogadas son los mismos de los fondos del Procampo. Para quienes el Estado sí es eficiente.

Pero para 70 millones de mexicanos tal parece que lo de hoy es lo mismo de ayer. En parte porque así lo esperan, en parte porque han sido robados, en parte porque así lo desean, en parte porque los privilegiados no quieren cambios.
¿Es la nuestra una mentalidad medieval, como dice el Dr. Macario Schettino?
Sí, cansa saber de los problemas recurrentes de nuestra economía, de nuestra sociedad, de nuestro sistema político.

Supongo que si alguien –a manera de doctor- le preguntara a México como país cómo se siente, ese autodiagnóstico no debiera ser muy diferente al que hizo de sí mismo Nicolás Guillén, el Poeta Nacional de Cuba, en su poema “Pasan Días”, que a continuación presento.

Olas de gordo aceite son mis días:
pasan tan lentamente que no pasan.
Los hombres a mi lado miran, pasan,
lentos también como mis lentos días.
El futuro está ahí, lleno de días,
pero es un duro charco: por él pasan
lentas sombras de sueños cuando pasan…
Nocturnos cielos cúbrenme los días.
Aprendí, me enseñaron los que pasan
que siempre pasan, pasarán los días,
aunque a veces parezca que no pasan.
Supe además que a bordo de mis días
pasaré yo también con los que pasan,
ceniza en la ceniza de los días.



lunes, 27 de julio de 2009

POLICÍAS Y LADRONES

Una historia basada en hechos reales


Era una mañana de julio en la Ciudad de México, de esas mañanas que gracias a las vacaciones escolares dejan ver algo de lo maravilloso que eran los famosos amaneceres de la región, aquellos que parecen pinceladas naranjas sobre un lienzo manchado de azul, blanco y negro.

Los albañiles se preparaban para colar, lo que no es más que verter el concreto sobre la cimbra ya lista desde hacía un día. El colado es todo un evento para los albañiles, en pocas palabras es el final de un proceso, la culminación de un esfuerzo previo, es como concluir una etapa para pasar a la siguiente. Normalmente se festeja con una comida debido a la magnitud del logro alcanzado.

La olla, es decir, el camión que contiene el concreto estaba lista para iniciar el bombeo, el gran evento estaba por comenzar, cuando de pronto dos motocicletas de la policía del Distrito Federal llegaron a interrumpir el momento, a romper con la magia.

Uno de los policías bajó de la motocicleta, pistola al cinto, lente obscuro pese a que el sol no llegaba a salir del todo, pantalón abajo de la cintura, como remembrando a Cantinflas, panza prominente que casi reventaba el chaleco antibalas, mismo que parecía asomar algunos rasguños ocasionados, mas que por las batallas contra la delincuencia, por el esfuerzo de contener tan grandiosa anatomía.

Se acercó a un albañil y con aquel tono tan característico de nosotros los chilangos le dice:

- Qué pasó mi chavo? ¿No saben que está prohibido colar en la calle?.

- Ah chingá oficial, ¿dónde dice eso?.

- Pues en el reglamento de tránsito actual de la Ciudá de México, claramente lo señala el artículo, el artículo 23.

- No pues no sabía, deje le hablo al arquitecto.

El arquitecto que se encuentra en la obra a esa hora es, en el mejor de los casos, un residente, aunque a veces el “arqui” es el “maistro”. Aunque no lo crean, la mayor parte de las decisiones importantes en una obra son tomadas por este personaje y no por un arquitecto o un ingeniero, el “maistro” es el arquitecto, el administrador y el director de la obra, claro, mientras el verdadero arquitecto está en Cuernavaca, desayunando en su casa, en una “comida” de negocios o simplemente atrapado en el tráfico de esta ciudad o en la cola de un banco. En este caso, si había un residente.

-¿Qué pasó oficial?- dijo el arquitecto. El arquitecto se reconoce porque a pesar de que la ley obliga a que todos los trabajadores traigan casco y botas, este personaje es el único que cumple con esto, además de traer dos o tres celulares colgando del cinturón y siempre llevar camisa de cuadritos inmaculada, no se cómo le hace, yo me paro dos horas a la semana en la obra y regreso lleno de cemento, tierra y alguna que otra sustancia extraña.

-Pues que no pueden colar, están violentando básicamente el artículo 32 del reglamento de tránsito de acá de la ciudá.- Respondió el oficial de policía.

-¿Me dijo mi chavo que había dicho el artículo 23?

-Por eso, ¿qué, se quiere poner violento con la autoridá?, eso también está penado, ¿quiere que llame una patrulla y lo súbamos?

-No oficial, sólo quiero que me enseñe el artículo donde dice eso.

De pronto el policía se alejó a platicar con su compañero, a manera de “team back  tomando el reglamento, creo que al revés, pero tratando de aparentar que lo leían con cara de intelectuales, poniéndose el dedo pulgar y el dedo índice en la barbilla, gesto que seguro aprendieron de alguna fotonovela o del mismísimo libro vaquero. Después de haber analizado casi científicamente el volteado reglamento se acercaron de nuevo al arquitecto.

-Pues, mire arqui, el punto es que está prohibido hacer esto.

De pronto el otro policía después de hablar por su radio intercomunicador se acerca y le dice algo al oído su negociador compañero, para después seguir la charla con el arquitecto.

-Como le digo, osea, lo que pasa es de que básicamente lo que está prohibido es opstruir la vía pública.

-Entonces no está prohibido colar.

-No se pase de listo, osea, lo que le estoy diciendo, tratando de explicar es por consiguiente que aquí se está cometiendo un ilícito, se está violentando la opstrucción de la vía pública y si quiere que no le páremos el colado pues tenemos que arreglarnos, solo un milagro podrá salvarlo.

Cabe señalar que el colado es todo un proceso de organización y logística, se tiene que cancelar con 24 horas de anticipación, el concreto no se puede regresar porque se echa a perder, los tiempos son importantísimos, casi milimétricos, es decir, no hay forma de parar un colado sin tirar a la basura varios miles de pesos. Un policía de esta ciudad, tal vez no sepa leer, tal vez no sepa escribir, ni multiplicar pero si algo sabe, es que un colado no se puede parar.

-¿Mil pesos?- dijo el arquitecto- Mire oficial, yo ya me arreglé con la patrulla, desde que arrancamos la obra me pongo a mano todos los viernes desde hace casi un año y llegamos a un acuerdo, hemos colado varias veces y no había nunca problemas. Llámele a su comandante.

-Uuuuh, eso dicen todos, o nos arreglamos o le paro la obra y me llevo a algunos de sus chalecos. Déjeme ver a Miguel Hidalgo y todo arreglado.

Harto de la discusión con el policía, el arquitecto tomó su celular y buscó entre sus contactos uno que decía “chota_de_obra”, lo marcó y comenzó una llamada alejado de la gente, de los policías y de la olla de concreto que daba vueltas esperando poder descargar su contenido.

Después de la llamada del arquitecto y en menos de dos minutos ya estaba una patrulla, de la cual bajaron otros dos esculturales oficiales, muy parecidos a los que ya estaban reclamando su mochada.

-¿Qué pasó pareja? ¿qué anda molestando aquí al coleguita? Ellos ya se pusieron a tono con nosotros, todo está en orden.

-No pareja-dijo el motociclista, tomó del hombro al oficial recién llegado y lo alejó de los constructores- Mira, a mi me vale, o se mochan o yo les paro el colado y de paso me llevo dos que tres chalecos.

-No te pongas así pareja, esto ya está hablado allá arriba. Bájale.

-Pues a mí me dijieron de arriba que viniera a parar el colado, si te pones loco le llamo a la 13-15 y me llevo entre las patas a unos cuantos.

Debido a lo ríspido que se empezó a poner la conversación de los oficiales, ambos guardianes de la ley utilizaron sus intercomunicadores para hablar con sus respectivos superiores.

- Delta, Delta, aquí tengo un 13-05 que presenta un 10-53 en contra de los “coleguitas” de la obra de la Calle 12. Delta, afirmativo, ellos ya están en 15-15 y son puntuales, cada viernes.

Al terminar sus respectivas llamadas se acercaron envalentonados el uno al otro.

-Pues así es parejita, como ya te dije, o se mochan o les paro el colado, me lo están autorizando desde un nivel más superior.

-No te puedo ayudar, ahorita lo arreglas con el comandante.

Mientras tanto, cada vez había más albañiles siendo testigos del pleito de los policías, y no contentos con observarlo, empezaban ya las porras y los gritos ingeniosos.

-¡El patrulla, el patrulla!- gritaban los obreros de la construcción.

-¡Págale con tu hermana!- gritaban otros.

-¡Yo tengo tu regarrote!- claro, no faltaron los albures.

Perro no come perro, rateros, arréglenlo a madrazos, son algunas de las frases que se oían desde la tribuna norte, frases dignas de los personajes que las emitían sin soltar la cuchara o cargando un bulto de cemento.

De pronto llegó al lugar de los hechos una camioneta de policía grande, del año y con vidrios polarizados, escoltada por dos motocicletas más, de la cual sólo se alcanzaba a ver un oficial con lente obscuro, el cual, sin hacer mucho aspaviento, llamó al motociclista, quien antes de subir llevó su mano a la cabeza, haciendo el típico saludo militar. Entró en el vehículo, cerró la puerta y después los vidrios.

Después de un minuto, bajó de la camioneta y se despidió con el mismo saludo militar con el que había saludado.

-Claro mi comandante, así le hacemos- fue lo único que dijo. Al bajar traía entre las manos una caja de uvas, así es, de uvas, de esas cajas de unicel que tienen las marchantas y que ponen para vender en sus puestos callejeros, seguramente fruto de algún tipo de extorsión a una pobre María de la zona.

De pronto, gayola dejó escuchar su cántico, después del famoso “uleeeeero” se empezaron a escuchar risas y consignas tales como:

- ¡Que barato salistes y querías mil varos!

- ¡Me hubieras dicho, yo tengo unas manzanas!

- Mejor que te paguen con plátanos, pinche ratero!

-¡Llévaselas a tu jefa la verdulera!

- ¡Si tenías hambre nos hubieras dicho!

-¡Querías pa’l chesco, mejor hazte un jugo di'uva!

Entre tan finos gritos del respetable, el motociclista, se puso su casco, le hizo una señal a su acompañante, guardaron las uvas en la pequeña cajuela de la moto, dejando en la calle la caja de unicel, se subió cada uno a su moto y dejaron el lugar.

Sin duda, en esta ciudad la corrupción tiene todo tipo de colores, matices, niveles, rangos, precios e incluso frutas. Pensó el arquitecto, mientras le daba la mano al policía de la patrulla. Todos siguieron sus labores normales, el colado se llevó a cabo y los albañiles tuvieron su comida. Mientras, llegó la tarde que nos volvió a regalar otro paisaje digno de ser un cuadro.

Era ya, una tarde de julio en la Ciudad de México, de esas tardes que gracias a las vacaciones escolares dejan ver algo de lo maravilloso que eran los famosos atardeceres de la región, aquellos que parecen pinceladas moradas sobre un lienzo manchado de azul, blanco y negro.


viernes, 24 de julio de 2009

EL FRACASO DE LA HUMANIDAD



Todos lo hicimos. Todos fuimos derrotados. No hay quién se salve. El dueño de una gran empresa trasnacional, la maestra de la escuela primaria, el policía de tránsito, el padre de familia, el abuelo contador de historias, los grandes inventores, los astronautas, los pueblos de todo el mundo, los periodistas, el ama de casa, los indígenas de la sierra tarahumara, los presidentes de todos los países, las farmacéuticas, los diseñadores de nuevas tecnologías, nuestros hermanos, tú y yo.


TODOS. NO HAY UNO QUE PUEDA LAVARSE LAS MANOS.


El crecimiento de la pobreza extrema y el hecho de que millones de seres humanos sufran y vivan en condiciones terribles es un fracaso de todos.


El egoísmo ha podido más que cualquier mensaje que desde niños hemos escuchado: es más feliz quien da más. No hay mejor regalo que dar la vida por tus amigos. Una sonrisa cuesta poco pero vale mucho. El que no vive para servir, no sirve para vivir. Perdona siete veces siete.



No. No sirvieron para nada. Preferimos no voltear a ver a ese vagabundo que buscaba comida en los botes de basura públicos… preferimos calmar nuestra alma diciéndonos que los pobres eran pobres porque así lo querían… preferimos callar ante el abuso cometido a un indígena que venía a la ciudad a trabajar… preferimos tirar la comida que buscar a alguien a quien pudiera servirle… preferimos pagarle menos a nuestro trabajador para ahorrarnos un dinerito… preferimos quedarnos con ese suéter que nunca usábamos pero que hacía que nuestro clóset se viera lleno de ropa que regalárselo al niño payaso que siempre estaba en nuestra esquina titiritando de frío… preferimos mandar miles de mails pidiendo ayuda para los más pobres que ir un día a un orfanatorio a compartir un cuento con esos niños. EN POCAS PALABRAS, PREFERIMOS MAQUILLAR NUESTRA REALIDAD QUE DARLE LA CARA.

¿Las consecuencias? Más de 30 mil niños muriendo al día a causa del hambre; en menos de un año 13 millones de personas migrando a países primermundistas de forma ilegal dejando atrás a su pueblo, a su cultura, y a su familia; y lo que es peor: 1200 millones de personas viviendo con menos de un dólar diario, es decir, aproximadamente el 21 por ciento de la población.


Uff! Qué bueno que sólo es el 20%... sólo que se nos olvidan todos aquellos que viven con sólo 2 dólares al día. Ahí, las estadísticas cambian: 2800 millones, el 53 por ciento de la población total.
Al sumar estos dos porcentajes, cerca del 75% de los seres humanos viviendo con menos de 22 pesos al día.


Quizás aquellas películas de ficción que narran la llegada de los extraterrestres a nuestro planeta y que muestran cómo ellos se asombran de nuestra autodestrucción no sean tan irreales. Tan sólo chequen el siguiente dato: si redujéramos a la humanidad a 100 personas, así quedaría distribuida la riqueza:

6 personas poseerían el 59% de toda la riqueza y los 6 serían norteamericanos
80 vivirían en condiciones que están por debajo del estándar
70 serían incapaces de leer
50 sufrirían de malnutrición
1 estaría a punto de morir y 1 a punto de nacer
1 (sí, sólo 1) tendría educación universitaria
1 poseería una computadora (Phillip M Harter, MD, Universidad de Stanford, Facultad de Medicina).

Ni la Organización de las Naciones Unidas, ni los Tribunales Internacionales de defensa a los necesitados, ni los Objetivos del Desarrollo del Milenio firmados por 145 países para erradicar la pobreza para el 2015, ni todo el dinero que han dado los grandes multimillonarios a las múltiples y cada vez más organizaciones no gubernamentales dedicadas a este tipo de acciones, ni la Iglesia y sus miles de colaboradores misioneros, ni nosotros mismos sumidos en nuestro egoísmo hemos podido… NADIE HA PODIDO COMBATIR ESTE MAL.


Por el contrario, HA CRECIDO.

Y cuando veo estas estadísticas me pregunto qué fue lo que hice para no estar dentro de ese porcentaje y qué cuentas daré al final de mi vida. No lo sé. Lo que sí creo es que este fracaso es culpa de todos y que definitivamente, como humanidad, HEMOS FRACASADO.


Quizás aquella historia del hombre más sabio del mundo era verdad. Al llegar un turista a conocerlo vio que vivía con tan sólo una silla y una mesa y el turista sorprendido le pregunta: ¿y dónde están sus demás cosas?, a lo que el sabio le responde: ¿y dónde están las suyas? El turista responde: ¿las mías? Si yo sólo vine de paso a visitarlo! Y el sabio le contesta: al igual que usted, yo también sólo estoy de paso pero muchas personas viven aquí como si fueran a quedarse toda la eternidad…

miércoles, 22 de julio de 2009

REFLEXIONANDO MÁS ACERCA DEL TEMA EDUCATIVO

La semana pasada hablábamos de la problemática de la educación nacional; de la falta de un sistema meritocrático que priorice el aprendizaje sobre la asistencia a clases, la comprensión de las asignaturas por encima de las apreciaciones alrededor del subsidio a las familias, escuelas, alumnos o maestros con el afán sólo de asegurar una determinada cobertura educativa. Asimismo, de lo anterior asociado a la falta de transparencia financiera y operativa en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
La SEP también tiene su parte de culpa. Precisamente en la falta de definición de metas a mediano plazo que tengan que ver con la calidad educativa, con comprensión de conceptos, con la aplicación de los mismos, con el gusto por la lectura, la música y las demás artes. Porque, ¿de qué otra manera evaluaríamos la calidad del aprendizaje si no es por la calidad de las decisiones por las que optan nuestros egresados de secundaria? Y eso se puede medir, en definitiva. Es totalmente factible cuantificar quiénes optan por el ocio, las drogas, una carrera delictiva, de quienes lo hacen por una carrera técnica, artística, profesional universitaria, etc.
Me parece que hacen falta expertos en la SEP especializados en las asignaturas de actuaría y matemáticas aplicadas que infieran esas estadísticas; en orientación vocacional, que delineen estrategias para encaminar a la juventud por disciplinas que no les es fácil considerar o contemplar por sí mismos dado su entorno u origen; artistas e intelectuales que promuevan la afición y práctica de la artes y la literatura: hacerlas asequibles a la juventud y a la misma niñez.
Yo quisiera que un 10%, sólo un 10% del presupuesto destinado a la publicidad de los logros del gobierno federal en esta lucha contra el crimen organizado lo radicara la SEP a la promoción de la música clásica (en andenes del metro, programación en la radio, paradas de autobús, bardas en colonias populares). Publicidad de primera. De ésa que se produce en estudios de mercadólogos especializados. Y ya vería nuestro querido Presidente Calderón resultados muy visibles en 6 meses. Vería cómo no sólo de pan ni de balazos vive el hombre. Detectaría cómo las filas del narco se engrosan a menores tasas y cómo aumentan, junto con las de audiencia a las salas de conciertos y teatros, las de quienes realizan trabajos de acción social, solidaria o de auxilio al medio ambiente. Y sabría entonces que a la violencia no se le ataca con más violencia sino con menos espacios de rencor en el corazón de cada mexicano. Es decir, con más razones para la esperanza.
Es cierto, la pintura, la música no son más rentables que el narcomenudeo o la extorsión. Pero –¡gracias a Dios!- eso de la rentabilidad y la eficacia no es aún materia de interés de los jóvenes. Cuando un muchacho ha conocido la belleza, sabe saborear la estética y ha descubierto la ética, que la mayor parte de las veces son facilitadas por la sabiduría y la guía de los conocedores del corazón humano, siempre preferirá la lenta labor de construir –sonriendo libremente- que la súbita de matar –presa del odio, la ignorancia y el miedo-.

domingo, 19 de julio de 2009

SE ARMO LA GORDA

La carta, Fernando Botero, 1976

Ahora si se armó la gorda y no me refiero a Beatriz Paredes con tremendo pistolón guardado en su bolsa de mazahua, me refiero a que la guerra con el narco se puso dura, al grado que la mafia pide guerra limpia y que no se meta con sus hijos. Uff, no se como debamos tomar estos mensajes. Ahora resulta que los narcos llaman a la televisión para pactar con el gobierno federal, ¡que fuerte!. “Nosotros no somos secuestradores, defendemos a la gente que vive en Michoacán y a la que viene de visita, los malos son los zetas”. Se ve que tienen buen comunicador social, ya empiezo a tomar partido por tal o cual banda de maleantes. Estoy pensando en hacer camisetas que digan: “Yo apoyo a los Zetas”, “La Familia rules” o “I © los Beltrán”.

Soy un desconfiado por naturaleza, tal vez mi ciudad y mi país me han dejado inválido del sentido de la confianza o tal vez la vida misma me ha dejado la costumbre de leer entre líneas. Simplemente no me creo las cosas tan fácilmente, al menos no como me las dicen los medios.

¿Qué tiene Calderón que no tuvo otro presidente como para querer luchar contra los narcos?, ¿está loco?, ¿es un redentor de la humanidad?, ¿tiene algún trauma personal? ¿tiene superpoderes?. No se, no creo que el terrible paquete se lo aviente por el puro gusto de cumplir con la lista de pendientes que tiene sobre su escritorio de Palacio Nacional. Algo habrá que leer entre estas líneas que no alcanzo a entender.

He escuchado de diferentes y fidedignas fuentes versiones tan distintas, desde la utópica y romántica en la que nuestro preciso quiere terminar con toda la droga de este país (y no me refiero a la forma en la que yo pretendo acabar con todo el Havana Blanco del mundo para que no llegue a mis hijos), hasta las versiones de un reacomodo de poderes en el narco para conformar y controlar un monopolio muy redituable, pasando por aquella versión que cuenta que García Luna está metido hasta el cuello en estos menesteres (me lo contaron antes de la noticia de La Tuta).

Lo que me queda claro es que durante el gobierno tricolor todo estaba en orden, todos tenían su mochada y el negocio funcionaba bien, nuestros narcopolíticos se arreglaban en los pinos o en Santiago Tianguistengo y no había muertos, al menos no tantos. También me queda claro que durante el sexenio de Vicente Fox, todo se salió del huacal, ¿será esta la manera en la que Calderón pretende regresar el orden al negocio más importante del país?.

En verdad este tema me tiene desconcertado desde hace mucho y cada día me sorprende más. Los guardias de los pinos han sido reforzados, nuestro Secretario de Gobierno (el abogado del diablo) don Fernando Gómez Mont habla en cadena nacional para dejar claro que no hay negociación con el narco, ¿hasta donde va a llegar esto?. ¿Qué estamos viendo en la tele? ¿Una verdadera lucha contra el crimen organizado o una excelente película bien montada en el que hasta la DEA afirma que Calderón es un héroe?.

Por otro lado y dándole el beneficio de la duda a nuestro Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, ¿Con qué pretendemos atacar al narco?, ¿con el ejército de resorteras y mal pagado con el que defendemos la soberanía nacional?, ¿con nuestras agencias de inteligencia que no pueden agarrar al par de zorras que mataron a la Parquita y Espectrito? ¿con las policías municipales altamente coludidas y más puercas que baño del Azteca después de un clásico?.  No se si sean riñones (como diría Hugo Sánchez) o estupidez aventarse una pelea así, pero insisto, hay que darle el beneficio de la duda.

No puedo desacreditar la lucha contra el crimen organizado, pero creo que debemos hacernos varias preguntas antes de sentarnos a ver en las noticias el “score” diario de esta disputa: los malos: 4,567 muertos, los buenos: 9,876 muertos, los que no tienen nada que ver 2,367: muertos. Creo que El Universal debería cambiar la sección de esta noticia por un contador de entradas al estilo hits de un blog.

Me gustaría creer, me gustaría estar convencido de estar en medio de una batalla en contra del crimen organizado, contra los narcotraficantes, contra los secuestradores, contra los asesinos y contra los políticos corruptos que vacían las arcas de nuestro país, todos son igual de dañinos para nuestro México lindo y jodido... 

jueves, 16 de julio de 2009

CRÓNICA DE UNA EXTORSIÓN

Suena el teléfono. “¡Mamá! ¡mamá!, me subieron a un auto….” escucho. Y nuevamente el mismo mensaje. “¡Mamá! ¡mamá!, me subieron a un auto….” Cuelgo el teléfono y reacciono: era una llamada de extorsión.

El miércoles pasado esto fue lo que me pasó y me hizo reflexionar sobre nuestra fragilidad y vulnerabilidad ante la delincuencia organizada.

Hoy encuentro en las noticias -con gran disgusto- que los narcos quieren pactar con el gobierno y hasta se atreven a amenazarlo: “no se metan con nuestros hijos… nosotros respetamos al presidente… pero odiamos a los cuerpos policiacos…” ¿Qué querrán decir estos mensajes?

El gobierno ha sido fuertemente criticado por la estrategia de lucha frontal hacia el narco, pero después de esta llamada y de imaginarme el dolor y la angustia de todas aquellas mamás que se les ha partido el corazón al escuchar una noticia similar, me parece que no es del todo justo minimizar el esfuerzo del gobierno actual. Todos sabemos que la lucha contra el narco va a durar años y quizás nunca termine, pero quizás se pueda nulificar su poder a través de las acciones gubernamentales.

Así como hay cosas alegres que me han cambiado la vida (como la sorpresa de encontrarme un águila en mi ventana), la llamada también la cambió. ¿Por qué?

Porque me dio mucho coraje saber que hay un tipo que se hace pasar por tu hijo y fingiendo que llora te dice que lo tienen secuestrado…

Porque consiguieron mi teléfono…

Porque eran las 2 de la tarde y hablaron como si fuera el tipito de Telmex que te dice que debes dinero…

Porque ya nadie está seguro…

Porque pensé en todos los padres que sufren esta tortura…

Porque no puedo entender el cinismo de tantos mexicanos…

Porque me recuerda a los muchos familiares de amigos que han sido víctimas de secuestro y de asesinato…

Porque me indigna que alguien pueda hablar de esa forma y nadie haga nada…

Porque odio tenerle ira a alguien y pedir que se muera…

Porque en momentos como ése, pienso en qué país sería bueno vivir…

Porque amo a México y no quiero TENERLE MIEDO

Así que si la única forma es que el gobierno siga capturando a los muchos políticos involucrados en el narcotráfico; siga con su política de guerra frontal; y/o agarre o mate por defensa propia a algunos delincuentes; yo me quedaré callada, pues prefiero eso a que me sigan llegando llamadas de extorsión y me siga enterando de secuestros y asaltos a amigos y a familiares.
¿Ustedes, qué opinan?

miércoles, 15 de julio de 2009

LEYENDO A DON MACARIO

El leer a Macario Schettino en sus columnas periódicas no deja de incomodarme y generar en mi mente más preguntas que respuestas cada vez que me topo con uno de sus artículos sobre educación. Lo menos que me provoca el leer sus análisis es escepticismo.
Coincido con él en su método para exponer tal o cual problemática, pero a la hora de pensar en instrumentar una estrategia que dé solución al problema –llámese calidad educativa nacional- me quedo en las mismas en que se quedan los funcionarios de cualquier nivel de la SEP y hasta el mismísimo Presidente de la República. Alianzas van y vienen, programas para la mejora profesional del profesorado, radicación de un cada vez mayor porcentaje del PIB nacional a la educación, y seguimos estando en los últimos deciles en el ranking de educación de la OCDE.
La tesis que él expone en su artículo de ayer martes, es muy interesante a mi parecer. Dice, entre otras cosas: “La universidad pública no reduce la desigualdad, la incrementa, porque quienes llegan a ella no son los más pobres, sino quienes forman parte del 20% o 30% más rico de la población. Es un subsidio de todos hacia los más ricos, aunque estar en el 30% más rico no parezca ser rico (cosa de 8 mil pesos mensuales por familia).” (El Universal. 24 de julio de 2009.)
Lo anterior, habiendo presentado un panorama pobre del estudiantado que llega a la universidad. Que llega a ella, según dice, no por mérito académico sino por simple perseverancia; al señalar que los que se quedan en el camino, se quedaron truncos por razones económicas o por no estar incentivados, mas nunca por haber reprobado.
Así, la tesis que Macario Schettino plantea es que carecemos de un sistema meritocrático en la educación. No hay verdaderos filtros entre grado y grado, nivel educativo con nivel educativo, de manera que en cuanto a conocimientos y habilidad para aplicarlos, cualquiera puede llegar a universidad, y por lo tanto, llegamos a tener como realidad una gran cantidad de profesionistas no aptos para ejercer su profesión.
La solución, él expone, no es invertir más dinero en educación superior. Es decir, no porque se destine más dinero a las universidades se generará más conocimiento. Lo que el Dr. Schettino postula es enfocarse en el cerebro de esas mentes que lo generarán o sea, los estudiantes. Y para ello, el sistema debe ir asegurando en cada uno de los niveles que anteceden al nivel educativo superior que los que van aprobando sí hayan aprendido las asignaturas y sí sepan aplicar esos conocimientos.
Interesante: ya se destina casi el 8% del PIB nacional a educación y seguimos igual. No es con billetes como vamos a solucionar este estancamiento. Resulta plausible por eso, la noticia de que la SEP y el SNTE ponen en marcha el Órgano de Evaluación Independiente con Carácter Federalista (OEIF), que tendrá la función de avalar el concurso de las plazas magisteriales.
Entonces, uno concluye que tampoco es inyectando dinero a la educación básica, que ya registra muy altos niveles de cobertura, como se solucionará el problema de la calidad educativa. Es nuevamente, asegurarnos de que esos muchachos que llegan a secundaria sí saben leer y escribir. Y que aquéllos que egresan de la misma sí saben calcular y derivar soluciones a distintos tipos de problemas, así como distinguir, identificar, las distintas eras y lugares del desarrollo la humanidad.
Las preguntas constantes son: ¿por qué el sistema educativo aparentemente no avanza?, ¿es rehén el sistema educativo de la maestra Gordillo?, ¿es ella la gran culpable del fracaso educativo mexicano?
Yo diría que no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre. Es decir, con las reglas –tan opacas- en que se dirige el magisterio, siendo que es financiado con recursos públicos, mañana que ya no esté entre nosotros la maestra Gordillo llegará un líder más o menos semejante.
No creo que sea cuestión de enfrentarse al sindicato magisterial. Es cuestión de exigir a todo mundo transparencia: la misma que se le exigió al director del IMSS por la famosa lista de guarderías subrogadas; la misma que ocasionó el “toalla-gate” del sexenio pasado y otros muchos escándalos más acerca del manejo presupuestal y la forma de proceder por parte de los funcionarios de gobierno federales.
Esa transparencia que aún desconocemos para el caso de la Cámara de Diputados, gobiernos estatales y reitero, sindicatos.
Claro, nos quedamos cortos al enunciar solamente el aspecto de la transparencia.
Nos vemos la semana entrante.

lunes, 13 de julio de 2009

EL ALBUR

Todos los mexicanos conocemos el albur o al menos decimos conocerlo aunque en realidad lo hemos confundido, malinterpretado y hemos asumido a lo largo de mucho tiempo que es una grosería fácil, un juego de palabras con rima barata, una respuesta rápida prefabricada y de memoria, un doble sentido chafa y de mal gusto, mal intencionado, de mala leche, sacado de lo más bajo del barrio.

Octavio Paz habla del albur en el Laberinto de la Soledad, en el ensayo Máscaras Mexicanas, en el que menciona: “Es significativo, por otra parte, que el homosexualismo masculino sea considerado con cierta indulgencia, por lo que toca al agente activo. El pasivo, al contrario, es un ser degradado y abyecto. El juego de los "albures" —esto es, el combate verbal hecho de alusiones obscenas y de doble sentido, que tanto se practica en la ciudad de México— transparenta esta ambigua concepción. Cada uno de los interlocutores, a través de trampas verbales y de ingeniosas combinaciones lingüísticas, procura anonadar a su adversario; el vencido es el que no puede contestar, el que se traga las palabras de su enemigo. Y esas palabras están teñidas de alusiones sexualmente agresivas; el perdidoso es poseído, violado, por el otro. Sobre él caen las burlas y escarnios de los espectadores. Así pues, el homosexualismo masculino es tolerado, a condición de que se trate de una violación del agente pasivo. Como en el caso de las relaciones heterosexuales, lo importante es "no abrirse" y, simultáneamente, rajar, herir al contrario”.

Sin duda el albur es un juego sodomita y machista de subyugación, que proviene de tiempo atrás, al pasar el tiempo se va transformando pero en esencia sigue igual. El albur es parte integral de la forma de ser del mexicano (siguiendo con las ideas de Paz), de los complejos de inferioridad no superados que provienen desde la conquista y que han cobijado ese sentimiento centenario de haber sido violados, ultrajados en nuestro cuerpo, en nuestra cultura, en nuestras creencias, en nuestra familia y en nuestra dignidad.

Sin embargo, no todo es de color negro, el albur, a pesar de sus raíces se ha convertido en el divertimento nacional por excelencia, en el cual no importa el estatus económico, ni la edad, ya que se encuentra en el vocabulario de chicos y grandes, metido de raíz en casi todas las esferas sociales y culturales. El buen alburero es bien visto en casi cualquier grupo de hombres (no debemos olvidar que el albur es machista y excluyente por definición del género femenino).

Actualmente, lejos de ser un insulto entre dos personas, se ha convertido en un espectáculo, como ejemplo, el Mundial de los Albures que se lleva a cabo en Pachuca, Hidalgo, que por cierto, algunas de las teorías que encontré señalan a esta ciudad como la cuna del albur moderno, ahora resulta que hasta de eso somos inventores los pachuqueños. Aunque en realidad todo lo que le achacan a la Bella Airosa, proviene (gracias a los mineros) del Mineral del Chico, como el futbol, los pastes o la minería.

El verdadero albur es aquel que pasa desapercibido para la mayoría, es aquel que es difícil o casi imposible de contestar por el albureado novato, porque en el fondo, esa es la competencia, como lo dice Paz,la idea es dejar sin armas al contrincante, sin respuesta alguna, no se trata de insultar al otro sólo por el gusto de hacerlo.

El albur requiere de oyentes conocedores, no se puede alburear al que no entiende, ya que lleva escondido un humor picante, grosero, que no a todo el mundo gusta, algunos por no entenderlo y otros por preferir el humor blanco. Saquen de contexto al albur y se encontrarán con una serie de dichos sin sentido, aunque para ser justos, los buenos albureros podrían mantener una conversación completa, coherente y llena de albures aunque estos no fueran entendidos por el receptor.

El albur se encuentra arraigado en la cultura del mexicano, esa cultura de cantinas, de tequilas, de juegos en los que se apuesta la vida y que, al final, nunca se paga. El albur, aunque extendido a todo el país y sean cual sean sus verdaderas raíces, es un producto netamente chilango, producto orgulloso de nuestra ciudad, el tequila de Jalisco, de Chiapas el buen café. “A flojo, alburero y guadalupano nadie le gana a un mexicano”.

El albur parte siempre de utilizar alguna palabra que pueda ajustarse a un doble sentido relacionado, generalmente, con alguna parte del cuerpo y se acompaña de otra palabra que complementa una acción sexual agresora, generalmente un verbo. Esta es la base del albur.

Aunque existen bases o frases ya preestablecidas que son reiteradas en el albur, en realidad el mexicano lo inventa día con día, según su creatividad y lo que toma del contexto inmediato, además, el albur se transforma junto con nuestro idioma, con nuestro lenguaje y sobretodo con las deformaciones propias del mismo en nuestro país y en cada zona particular.

El albur ameniza una buena fiesta, un aburrido velorio, un largo entierro, una jornada laboral entera y siempre con un sentido festivo, jocoso, alegre. No es una agresión, ya que el chilango cuando se enoja no emplea el albur como reacción defensiva, por el contrario, mienta la madre, organiza una pelea, golpea, insulta. Por tanto, lo único que pretendo, después de todo, es simplemente reivindicar al albur, porque, sin negar sus raíces, su morfología y su significado literal agresivo, es a pesar de todo un elemento cultural de unión entre los mexicanos, un vínculo de amistad y de identidad, algo que poco a poco en este país se pierde con más facilidad.

PD: ¡Aprendan a alburear!

viernes, 10 de julio de 2009

CHILANGOS SOMOS Y EN EL CAMINO ANDAMOS

Amanece, suena el despertador y cada día comienzo a arreglarme con mayor rapidez… “No vaya a ser la de malas y me toque más tráfico de costumbre y llegue tarde a mi cita”. No sé si a ustedes les ha pasado esto, pero yo me he vuelto víctima de la tensión y del miedo de las calles de nuestra ciudad. Por ello, decidí que, después de las fatídicas elecciones, debíamos darles un suspiro y escribir un poco de lo que vivimos cada día en esta magnífica ciudad de México.

Como les comentaba, tengo la mala costumbre de salir siempre uno o dos minutos antes de la hora supuestamente planeada, ya que por mi mente pasan miles de escenas trágicas: la marcha número 456 de los antorchistas; la falta de semáforos por el tormenton que cayó ayer; el choque del pesero contra dos o tres burócratas deprimidos o, simplemente, el ataron de un tráiler debajo de un puente porque pensó que la “libraba”. Así que cuando estas ideas nublan mi mente, empieza el primer estrés del día: bañarme corriendo, lavar los trastes como el genio de maestro limpio, hacer la cama en modo fast track, checar que no haya dejado nada prendido en la cocina, cerrar las ventanas y ¡córrele!

Una vez que llego a mi coche, siempre de los siempres me persigno y le agradezco a Dios por un nuevo día (aunque en mi mente siguen las imágenes de las tragedias) y me lanzo al ataque de las calles de la ciudad. Al tomar insurgentes empieza el segundo estrés del día: “Nooooooo!” me digo a mí misma, “debí haber salido 5 minutos antes, si el agua caliente hubiera salido más rápido de la regadera….”. Empiezan los claxonazos, el típico chilango que te echa las altas por nada, y yo sigo sin entender porqué llevamos 10 minutos estacionados… Finalmente paso el primer semáforo y para mi sorpresa no hay marchas, no hay choques, no hay autos descompuestos… y sigo y sigo buscando la causa de mis minutos perdidos y de repente, torno la cabeza y veo a uno de nuestros famosos gorditos vestidos de amarillo con un silbato, con una libretita lista para la infracción, toqueteándole al semáforo para que el metrobus pasé a unos 80km por hora y la gente esté feliz porque sí funciona! De ahí aprendo que el 85 por ciento del tráfico de esta ciudad, es causado por estos curiosos personajes.

Sin embargo, mi trayecto no termina ahí, pero con un ligero suspiro y un “ufff, ya pasé lo peor”, sigo mi camino hacia el siguiente fatídico semáforo. En mi estrés de buscar a otro policía escondido detrás del semáforo (que no sé para que se esconden si la panza les sale), lo inevitable llega: un botecito de plástico con agua (sólo Dios sabe de dónde proviene) se presenta enfrente de mí y un chisguete sale a mi parabrisas. ¡Chin! ¡por p… ya me agarró este guey…” pienso. Después de ponerle una cara de “pues ya qué, límpialo”, me enojo conmigo misma por estar papaloteando y tener que pasar por el tormento de darle dinero a ese tipo y que ni siquiera sé si le gustará lo que le doy o me lo aventará seguido de una refinada frase que tanto nos gustan a los mexicanos.

Bajo la bolsa para que no me lleve la sorpresa de un cristalazo y checo que el semáforo esté en verde para poder avanzar. Le prendo al radio y sintonizo la famosa “Canción feliz” de Toño Esquinca para que pueda proseguir mi día de una manera optimista. Voy cantando. ¿Cómo relaja esa canción, no?

Sin embargo, nuevamente, otra lucecita roja se pone enfrente de mí. “Ahora sí no voy a caer”, pienso. Volteo para todos lados y veo a lo lejos a un tipito que va de coche en coche cazando al distraído para echarle el chisguetazo. “¡Ahora sí, éste se la pela!” digo en voy alta. Y cuando llega el momento de hacerle mil señas para decirle que no requiero de sus honorables servicios, una muchacha me sorprende por la ventana y me dice: “tome el volante”. Mi reacción inmediata es voltear al parabrisas para gritar un “nooooo” al limpiador y mi sorpresa es que ya es demasiado tarde. Nuevamente, ya hay un hombre trepado en mi cofre echándole esa famosa agua que “todo lo quita” enfrente de mí. Mi sorpresa aún es mayor cuando volteo al espejo retrovisor y tengo a otro monito limpiando el de atrás. “¡Chingao! (como diría mi papá) ya me la volvieron a hacer”. Ni modo, a sacar la bolsa del escondite y a apoquinar otros 5 pesitos. “Bueno, me digo, creo que me cayó una caca de paloma hace unos minutos”. Curiosamente, volteo a ver el volante que recibí y dice: “Se limpian alfombras”. Y me voy pensando que qué bueno que tengamos tantos servicios de limpieza en esta linda ciudad, y para no ensuciarla más, me quedaré con el papelito y lo tiraré en la basura de mi casa.

Y así siguen los kilómetros y los semáforos, sólo que al siguiente, ya no son los limpiaparabrisas los que me tocan, sino el vendedor de dulces, de mapas tamaño 3*3 de la ciudad (que sigo sin saber a quién se le ocurrirá comprar algo tan grande y qué utilidad puede tener), el reglamento de tránsito, las lamparitas con pluma incluída, los algodones de feria, los rompecabezas para niño sobre la República Mexicana, y por supuesto, no podía faltar, la María que se pone a tu lado y te dice: “una caridad por el amor de Dios”.

Y bueno, ya para no entretenerlos más, al final del día, después de subirme unas cuatro veces a mi coche y transitar por las calles de nuestra hermosa ciudad, volteo a mi monedero y me doy cuenta que gasté entre 35 y 40 pesos en las 3 ó 4 veces que los limpiaparabrisas se dieron cuenta que mi coche estaba sucio, en el niñito que se pintó de payaso y me dijo que lo ayudara con su educación, y con el viejecito de sombrero que me dijo que llevaba todo el año desempleado…

Y conste que no conté al viene viene de los 2 estacionamientos que tuve que pagar en plena vía pública (o sea, en la banqueta), al niño que me guardó las cosas en el súper y que me aplastó el pan bimbo que había comprado, al vigilante de coches en el estacionamiento del Wall Mart que “amablemente” se ofreció a ayudarme a guardar las 3 bolsas (que no me pesaban) en la cajuela y, por supuesto, los 3 pesos del estacionamiento. Sino, imagínense lo que me hubiera salido la cuenta!

Por cierto, casi siempre llego tarde a mi destino, y conste que salí dos minutos antes!

miércoles, 8 de julio de 2009

REFLEXIONES DE UN INGENIERO PERDIDO EN MEXICO

Como alguien presuntamente formado con un pensamiento más o menos estructurado, he querido darle ponderaciones en mi mente a los grandes números publicados en los medios con relación a los comicios que acabamos de vivir, y que esa abstracción me diga algo que no me han dicho los periodistas.

Poder Legislativo

Por un lado, la nueva Cámara de Diputados contará con 237 diputados federales priístas, 124% más que los que actualmente despachan en San Lázaro por parte de ese partido. En esos mismos términos, el PAN perderá 31% de sus curules actuales, y el PRD también reducirá su presencia en una proporción de 43%. Entre estos dos porcentajes que significan bajas para sus respectivos partidos, la mayor no causa sorpresa, pero las dos obligan a replantear si lo que la gente reclama es empuñar una ametralladora o contar con una mejor preparación y mayores oportunidades para ganarse su sustento de manera pacífica. Al parecer, significa que escuchar hablar de guerra, para los mexicanos, es mucho menos importante que escuchar de futbol. Así como que escuchar de soberanía nacional nos es menos trascendente (aproximadamente 43% menos que lo que era hace 3 años) que enterarnos de cómo generar oportunidades para trabajar y superarnos.

También, el porcentaje (del total de los que votaron) correspondiente a los votos nulos se ubica en 7%. Eso significa que si esos ciudadanos que optaron por anular su voto fueran un solo partido, habrían ganado su registro - contrario a lo que le ocurrirá al PSD - y ¡15 diputaciones!, casi las mismas que las actuales del Partido Verde.

Sin embargo, el abstencionismo fue de un 55% del padrón de electores. Por lo tanto, no arrasó el PRI, arrasó el abstencionismo. El que persuadió que era mejor prepararse para ver el futbol que asistir a esa cita personalísima con la conciencia y el entendimiento propios el pasado 5 de julio; el que nos trata de decir que no es problema nuestro el ver cómo solucionar la crisis financiera, la inseguridad, el desempleo, etc., sino que es exclusivo de los políticos, y encuentra así cabida en mentes mezquinas y comodinas; el que convence a muchos a cruzar a sus brazos y luego estirar la mano, a diferencia de los que se arremangan la camisa, se guardan lo que quisieran vociferar y se disponen a trabajar hombro con hombro.

Poder Ejecutivo

Tomando como base en el interior del país las 6 gubernaturas disputadas, y en el DF las 16 delegaciones políticas, el PAN pierde 50% del poder que ostentaba al interior del país pero crece en un porcentaje equivalente en el DF. El PRI aumenta su presencia 25% al interior del país y sigue sin figurar en el DF (señal inequívoca del reclamo por la falta de atención, del ciudadano del interior de la República, que cree que en el pasaso sí la tuvo, fruto del ya también muy anciano centralismo de este país). Y el PRD estancado al interior del país, y que en el DF disminuye en un 14% (pierde 2 de las 14 delegaciones políticas que gobernaba).

Para mí la buena noticia es toda la gama de posibilidades de construcción de acuerdos y de país a futuro, que puede inferirse del análisis de la dinámica de los resultados electorales en las alcaldías.

En ese sentido, mención especial merece Nuevo León. En dicho estado, votó 55% del padrón, ¡10 puntos porcentuales más que el promedio nacional!, lo cual habla del índice de civilidad de esa sociedad, que se suma a sus ya también superiores a la media nacional, cifras de seguridad y desarrollo económico. Todas ellas ligadas a la cultura del trabajo -forjada ya por siglos allá-, no del subsidio ni de la asistencia social indiscriminada.

Asimismo, en Nuevo León a diferencia de los demás estados, no hubo "carro completo". Hubo una muy visible diferenciación de las preferencias electorales por nivel de gobierno. Lo cual habla, de una más alta participación ciudadana -ya mencionada- y de un ejercicio de raciocinio más a profundidad. Municipios tan importantes como la capital del estado y San Pedro Garza García serán gobernados por el PAN tras una victoria muy clara, mientras la gubernatura es retenida por el PRI, también tras unos resultados que claramente lo favorecen.

Repito, no fue el caso ni de Zacatecas y Baja California Sur (perredistas en la titularidad de su gubernatura), o de Baja California y Guanajuato (panistas), ni tampoco de los priístas Campeche, Coahuila, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas y Yucatán. En todos ellos, para el caso de sus principales diputaciones federales y/o alcaldías en juego, arrasó el partido que ostenta la titularidad de su gubernatura. Lo cual habla de los componentes conocidos por todos de nuestra cultura cívica: corporativismo, enajenación social, efectividad de la propaganda por sobre las ideas y propuestas, y nuevamente el abstencionismo, es decir, la indiferencia.

Poder de convencimiento

Ojalá don Germán Martínez se quede en el D.F. a seguir enarbolando el combate a la delincuencia desde otras trincheras menos cómodas pero seguramente más efectivas; que a Jesús Ortega (y a más perredistas si es posible) lo lleven a estudiar o a trabajar a Monterrey -y de paso, sepa literalmente lo que es ganarse el sustento con el sudor de su frente-; y que a Beatriz Paredes ahora que sea legisladora haga lo que más le gusta en la vida: cantar. Que le cante al amor, a la solidaridad, a la paz, a la mujer, etc. Quizá sólo así, unos con la cabeza ya menos calientita, otros conscientes de la realidad social y laboral del país, más allá de la muy trillada lucha de clases, y los demás sin cara de enojados, encontremos los mexicanos los acuerdos que necesitamos para salir de este hoyo en el que cada vez se ve menos luz.