miércoles, 1 de julio de 2009

CUANDO LA MEMORIA NOS HACE SOBREVIVIR

Estamos a unos días de las elecciones. Sí, es una oportunidad histórica, dicen unos, para sacar a pelo las reformas necesarias en el país y no hundirnos en un déficit presupuestario que ya empieza a asomar. Sí. Las drogas están matando a nuestros hijos y no podemos bajar la guardia y hay que votar en conciencia con ello. También, nunca como ahora, gracias a los consensos al interior del Congreso de la Unión, se destina, com porcentaje del PIB nacional, una cantidad inédita a la educación (con enormes logros en cobertura y brotes de una -ahora sí- profesional evaluación), y debemos ver por otorgarle larga vida a esa pluralidad y diálogo. Pero todo esto nos lo relatan y nos lo explican día con día nuestros especialistas líderes de opinión, unos ni tan especialistas, y otros más ni tan líderes.

Pero de aquello que nace en la quieta soledad de la mente y el corazón de un investigador, de un padre de familia, de un niño cuando juega.... ¿De eso quién habla? Este sistema de ideas, de sentimientos que va tejiendo un ser humano común -al formar un hábito, realizar una tarea, pintar un cuadro, escribir una canción, formular una tésis, al transitar el cotidiano camino a casa-derivado de sus preocupaciones, alegrías, tristezas....¿De eso quién escribe?

Mi madre me enseñó a ejercitar mi memoria sin proponérmelo directamente sino al descubrirme la poesía de Shakespeare y demás autores ingleses y españoles del Renacimiento. Así, un día al toparme con el papá de un amigo que había asistido a un taller literario, me encontré con un "ensayo poético" que le encargaron componer como ejercicio y que hubo de escribir en 20 minutos máximo. El ensayo me impresionó tanto que decidí aprenderlo. Y aprehenderlo también en mi corazón. Como si hubiese querido yo haber sido el autor de esas líneas. Dar vida en mí a las mismas razones que estaban vivas en el corazón de este señor.

Su ensayo lo tituló EL MUNDO. Y si mi memoria no me falla lo quiero compartir en este espacio. En todo caso confesaré, si el Ejército llegara a allanar mi cerebro, que a veces tengo espíritu de pirata.

Dice:

Siento que sólo al sentirme solo
tan solo siento un sentir sombrío
pero al llegar tu pensamiento al mío
mi corazón vacías de mentira y dolo.
Así no quiero que un recuerdo anide
en las entrañas de mi ser que sufre,
y al mundo ruego que mi vida olvide
y borre todo lo que no me nutre.
Porque al llenarme de tu amor el alma
el mundo dejas sin amor, vacío.
Así atestigua al quedar en calma
que sólo gira por tu amor y el mío.

El autor se llama Rubén Mascareñas. Tiene el título de profesor, que le ha dado la gente que ha recibido de él su sensibilidad, su paciencia, el gusto por la música y enseñanzas en literatura. Yo sé que es pastor, creo que de la Iglesia Bautista (la memoria a veces no es tan exacta cuando de dogmas religiosos se trata). Si van a Monterrey y están en la Colonia Contry Sol o en la Colonia Primavera, sabrán de él si le preguntan a un lugareño, no a un foráneo de los muchos que ya hay gracias al Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. (A menos que sea un foráneo que ya se asuma como regiomontano.)

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