viernes, 24 de julio de 2009

EL FRACASO DE LA HUMANIDAD



Todos lo hicimos. Todos fuimos derrotados. No hay quién se salve. El dueño de una gran empresa trasnacional, la maestra de la escuela primaria, el policía de tránsito, el padre de familia, el abuelo contador de historias, los grandes inventores, los astronautas, los pueblos de todo el mundo, los periodistas, el ama de casa, los indígenas de la sierra tarahumara, los presidentes de todos los países, las farmacéuticas, los diseñadores de nuevas tecnologías, nuestros hermanos, tú y yo.


TODOS. NO HAY UNO QUE PUEDA LAVARSE LAS MANOS.


El crecimiento de la pobreza extrema y el hecho de que millones de seres humanos sufran y vivan en condiciones terribles es un fracaso de todos.


El egoísmo ha podido más que cualquier mensaje que desde niños hemos escuchado: es más feliz quien da más. No hay mejor regalo que dar la vida por tus amigos. Una sonrisa cuesta poco pero vale mucho. El que no vive para servir, no sirve para vivir. Perdona siete veces siete.



No. No sirvieron para nada. Preferimos no voltear a ver a ese vagabundo que buscaba comida en los botes de basura públicos… preferimos calmar nuestra alma diciéndonos que los pobres eran pobres porque así lo querían… preferimos callar ante el abuso cometido a un indígena que venía a la ciudad a trabajar… preferimos tirar la comida que buscar a alguien a quien pudiera servirle… preferimos pagarle menos a nuestro trabajador para ahorrarnos un dinerito… preferimos quedarnos con ese suéter que nunca usábamos pero que hacía que nuestro clóset se viera lleno de ropa que regalárselo al niño payaso que siempre estaba en nuestra esquina titiritando de frío… preferimos mandar miles de mails pidiendo ayuda para los más pobres que ir un día a un orfanatorio a compartir un cuento con esos niños. EN POCAS PALABRAS, PREFERIMOS MAQUILLAR NUESTRA REALIDAD QUE DARLE LA CARA.

¿Las consecuencias? Más de 30 mil niños muriendo al día a causa del hambre; en menos de un año 13 millones de personas migrando a países primermundistas de forma ilegal dejando atrás a su pueblo, a su cultura, y a su familia; y lo que es peor: 1200 millones de personas viviendo con menos de un dólar diario, es decir, aproximadamente el 21 por ciento de la población.


Uff! Qué bueno que sólo es el 20%... sólo que se nos olvidan todos aquellos que viven con sólo 2 dólares al día. Ahí, las estadísticas cambian: 2800 millones, el 53 por ciento de la población total.
Al sumar estos dos porcentajes, cerca del 75% de los seres humanos viviendo con menos de 22 pesos al día.


Quizás aquellas películas de ficción que narran la llegada de los extraterrestres a nuestro planeta y que muestran cómo ellos se asombran de nuestra autodestrucción no sean tan irreales. Tan sólo chequen el siguiente dato: si redujéramos a la humanidad a 100 personas, así quedaría distribuida la riqueza:

6 personas poseerían el 59% de toda la riqueza y los 6 serían norteamericanos
80 vivirían en condiciones que están por debajo del estándar
70 serían incapaces de leer
50 sufrirían de malnutrición
1 estaría a punto de morir y 1 a punto de nacer
1 (sí, sólo 1) tendría educación universitaria
1 poseería una computadora (Phillip M Harter, MD, Universidad de Stanford, Facultad de Medicina).

Ni la Organización de las Naciones Unidas, ni los Tribunales Internacionales de defensa a los necesitados, ni los Objetivos del Desarrollo del Milenio firmados por 145 países para erradicar la pobreza para el 2015, ni todo el dinero que han dado los grandes multimillonarios a las múltiples y cada vez más organizaciones no gubernamentales dedicadas a este tipo de acciones, ni la Iglesia y sus miles de colaboradores misioneros, ni nosotros mismos sumidos en nuestro egoísmo hemos podido… NADIE HA PODIDO COMBATIR ESTE MAL.


Por el contrario, HA CRECIDO.

Y cuando veo estas estadísticas me pregunto qué fue lo que hice para no estar dentro de ese porcentaje y qué cuentas daré al final de mi vida. No lo sé. Lo que sí creo es que este fracaso es culpa de todos y que definitivamente, como humanidad, HEMOS FRACASADO.


Quizás aquella historia del hombre más sabio del mundo era verdad. Al llegar un turista a conocerlo vio que vivía con tan sólo una silla y una mesa y el turista sorprendido le pregunta: ¿y dónde están sus demás cosas?, a lo que el sabio le responde: ¿y dónde están las suyas? El turista responde: ¿las mías? Si yo sólo vine de paso a visitarlo! Y el sabio le contesta: al igual que usted, yo también sólo estoy de paso pero muchas personas viven aquí como si fueran a quedarse toda la eternidad…

2 comentarios:

Caro dijo...

super buena entrada! hay q encontrar el resorte psicológico o emocional que nos ponga a trabajar y que podamos contaguiarlo!

Anónimo dijo...

Un poco triste pero totalmente cierto, debemos empezar por las pequeñas cosas que tenemos a la mano y dejar de esperar a que el gobierno, Dios, Carlos Slim, San Judas Tadeo, Michael Jackson, las ONG's o Bono acaben con la pobreza del mundo.