martes, 27 de octubre de 2009

EL CULTO A LA PERSONALIDAD

En 1965, el Che Guevara renunció a todos sus cargos en el Partido Comunista y el Buró Político cubanos mediante una carta dirigida a Fidel Castro, que éste hizo pública mientras el argentino cumplía ese año una de sus aventuras revolucionarias en el Congo auspiciado por el propio Fidel Castro.

Al enterarse el Che que Fidel Castro leyó su carta –en la que además el Che resaltaba las cualidades del cubano y le profesaba segura admiración, incluso refería al momento que se conocieron en un departamento de la Ciudad de México- explotó refiriéndose a Stalin y el culto a la personalidad.

La escena la cita Dariel Alarcón Ramírez, ex militar cubano (combatiente revolucionario desde la Sierra Maestra) en su libro “Memorias de un soldado cubano (Vida y Muerte de la Revolución)”.

Hoy, a 50 años exactamente de la desaparición de Camilo Cienfuegos, ex compañero de armas de Fidel Castro y pieza clave para su triunfo revolucionario, le es erigida una estatua colosal en la insigne Plaza de la Revolución de La Habana, junto a la famosa escultura –o cuadro escultórico- también, del Che, ambas obra del mismo artista, Enrique Ávila.

Camilo Cienfuegos, a la edad de sólo 26 años ya ostentaba el cargo de Comandante, bajo el cual lideró la columna de vanguardia de toda la guerrilla de Fidel Castro. Fue, a mi parecer, por la misma razón y por demás acciones de combate documentadas, el hombre más temerario y valiente dentro del grupo de dirigentes de los combatientes de la Sierra Maestra de Cuba (diciembre de 1956 – diciembre de 1958).

Como la mayoría de los cubanos, Camilo Cienfuegos no sabía que lo que en realidad tramaban Fidel y Raúl Castro, era gobernar a sangre y fierro la isla de Cuba, y al parecer, querer dictar sus destinos eternamente. Recordar que durante los años de la Sierra Maestra y 1959, Fidel Castro no habló nunca de una revolución socialista en marcha (“nuestra revolución es verde olivo, no roja”), ni de su admiración por Marx y Lenin sino hasta 1961. Y, como muy pocos cubanos, su carisma y popularidad se equiparaban a los de Fidel Castro durante ese emblemático 1959. (Ver: "Cómo llegó la noche". Huber Matos. Editorial Tusquets; o "Camilo Cienfuegos". Carlos Franqui. Editorial Seix-Barral; o "Memorias de un soldado cubano (Vida y Muerte de la Revolución)". Dariel -“Benigno”- Alarcón Ramírez. Editorial Tusquets.)

Camilo “desapareció” misteriosamente el 28 de octubre de 1959, hace exactamente 50 años, a la par que se enjuiciaba a otro comandante histórico de la revolución cubana, Huber Matos, y condenaba a 20 años de prisión (durante los cuales sufrió torturas de las que son prueba la pérdida de un testículo, emprendió huelgas de hambre y animó a compañeros del presidio para no perder su voluntad propia).

Es cierto, Camilo se encontró con Fidel y Raúl Castro en México, de aquí partió para la isla de Cuba en la expedición del yate Granma, en 1956. Demostró su lealtad a Fidel en todo momento en los años de la lucha en la Sierra Maestra. Él y Huber Matos acompañaron en gran parte de su recorrido, justo junto a él, a Fidel Castro, hacia La Habana al triunfo de la Revolución, entrando apoteósicamente en la capital el 8 de enero de 1959.

Ese mismo día, en la noche, en un famoso discurso de Fidel Castro cerca de La Habana, en el Campamento Militar de Columbia, Fidel le pregunta a Camilo si va bien en su discurso, y Camilo le responde: “Vas bien, Fidel.”

Era enero de 1959. El sobrenombre de “Che” era más peyorativo hacia el médico-guerrillero argentino que de deferencia o cariño; Fidel Castro tenía 32 años; el pueblo cubano que los años previos ya gozaba de señal de televisión y de programación en ella de debate político y cultural (mientras en México sólo se televisaba Lucha Libre) se preparaba para ver cómo incorporaba al desarrollo a una gran parte de la población en marginación; el Campamento Militar de Columbia pasaba a ser Ciudad Escolar; la alegría era moneda corriente en los rostros de los cubanos y quienes en el exterior admiraban la gesta cubana en contra del dictador Fulgencio Batista; nadie sabía quién era Raúl Castro ni su ideología; y faltaban dos años para la captura de la famosa imagen del Che Guevara –asociada como la del “guerrillero heroico”-, y ocho años para su divulgación mediática, especialmente en París y México, ya sabemos con qué tintes.

Hoy, a 50 años y 10 meses de pronunciado Camilo Cienfuegos su famosa frase, en circunstancias bien diferentes a las de ahorita, se coloca una inscripción de la misma junto a su busto (de 40 X 20 mts.), que antier instalaron trabajadores en la Plaza de la Revolución, al lado de la del Che, que fue colocada hace 15 años, a 25 años de su muerte.

Ya podemos advertir –por mera cronología de ambas esculturas- quién de los dos guerrilleros se encontraba más cercano al dictador, ideológicamente. Aunque sólo uno de ellos le profesara lealtad y cariño totales en la guerra y en el momento del triunfo, ante toda la multitud, en las ocasiones que sólo 10 meses le pudieron otorgar.

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